Recibido: 22 – 07 – 2021 / Aceptado: 26 – 08 – 2021 / Publicado: 31 – 12 – 2021

Artículo de REvisión

Memorias de una ciudad para los ciudadanos: reconstrucción después de una pandemia

Memories of a city for citizens: reconstruction after a pandemic


Luis Fernando Gaspar Sálazar

Resumen 

Neiva se ha contado –desde las expresiones folclóricas, desde el desarrollo de la infraestructura urbana, desde las violencias y de los oficios– como un cúmulo de historias, de anécdotas, de imágenes que dan cuenta de los que viven y gozan de la ciudad. Esa Neiva de ayer, de hoy y de siempre, se organiza desde las memorias sociales, imbricadas de experiencias, historia, reflexiones y comunicación, que reconocen los problemas sociales y los valores culturales de la ciudad.  Entonces, surge la pregunta ¿Cómo construir una ciudad para los ciudadanos desde sus memorias sociales, sus propuestas y en medio de una pandemia? Esta pregunta es un reto para la investigación narrativa y la etnografía, que recoge los aportes de la historia, las simbologías de la cultura y se fundamenta en la comunicación, desde el diálogo social; por consiguiente, este trabajo investigativo recoge documentos escritos; por un lado, periodísticos y, por otro, relatos de vida consolidados en el aula de clase.

Palabras clave: 

memoria, oralidad, ciudadanos, archivos, historia, pandemia

Abstract

Neiva has been told —from the folkloric expressions, from the development of urban infrastructure, from the violence and the trades— as a cluster of stories, anecdotes and images that account for those who live and enjoy the city. The Neiva of yesterday, today and always, is organized from social memories, imbricated with experiences, history, reflections and communication, recognizing the social problems and cultural values of the city. So, how to build a city for citizens from their social memories, their proposals and in the midst of a pandemic. This question is a challenge for narrative research and ethnography, which collects the contributions of history, the symbols of culture and is based on communication from social dialogue; therefore, this research work collects written documents; on the one hand, journalistic and, on the other, stories consolidated in the classroom.

Keywords:

Memory, orality, citizens, archives, history, pandemic

Introducción

De acuerdo con las cifras estadísticas del Departamento Nacional de Estadística (Dane, 2019), Neiva posee una población de 386.240 habitantes, de los cuales 183.621 son hombres y 202.619 mujeres; entre 2005-2018, un total de 1.827 personas han llegado a la ciudad y 3.146 habitantes han emigrado. Hubo una reducción considerable de los integrantes que conforman el hogar, por ejemplo, aquellos hogares con 6 o más miembros en el censo de 2005 fue de 14.9 % y, en el 2018, fue de 6.1 %.

El censo del Dane (2019) se destaca en la dinámica económica, respecto a los servicios de alojamiento y de comida, que se ubicó en el 8.7 % durante el 2018 y, en el 2019, llegó a 8.8. Es de anotar que la ciudad se destaca por su sector de servicios y comercio. Entre tanto, las oportunidades laborales en el siglo xx las ofrecía la producción petrolera; esto generó un crecimiento poblacional, que convirtió a Neiva en centro de alojamiento de comerciantes y de recepción de inmigrantes. Dicho aumento poblacional es sustentado desde los estudios de desplazamiento forzado, en el sentido que la ciudad recibe a campesinos afectados por el conflicto armado, como fenómeno que extiende el cordón marginal de miseria. 

Neiva se ha destacado por sus cifras en desempleo y ha querido avanzar en procesos de modernización, enfocados en mejorar la apariencia arquitectónica y organizando nuevos espacios de encuentro; a partir de eso, aparecieron las ciclo-rutas, los parques saludables y los centros comerciales. En este horizonte, las viejas plazas de mercado campesino se recogen y el centro histórico de la ciudad se queda en las viejas generaciones, con sus nostalgias.

La calidad de vida se distingue desde los emporios de la construcción en avance constante, con la aparición de los conjuntos residenciales; surgen también los conjuntos cerrados, como un proceso de estratificación de ciudad y en respuesta a la inseguridad. La Neiva de barrio con nombre de líderes populares se inserta en los estilos arquitectónicos de índole europeo.  

         

Las investigaciones sobre la ciudad dan cuenta de eventos y personajes que la proyectaron desde las expresiones artísticas, como también desde las experiencias de memoria colectiva sobre diversos lugares. Los estudios académicos también han recogido los oficios y las maneras como se vive en el mundo cotidiano urbano; además de las descripciones de los eventos culturales, los conflictos presentes en una ciudad que quiere modernizarse, pero no ha resuelto los problemas socio-tradicionales. 

De acuerdo con lo anterior, este artículo se elabora en tiempos de pandemia; ante una situación nada menor que ha provocado la reflexión, las añoranzas y los relatos de los ciudadanos, como una construcción de memoria social, organizada en el esquema de proyectar una ciudad para los ciudadanos; cabe mencionar, además, que este documento recoge las apuestas institucionales y los relatos históricos que han marcado la vida citadina.  

La memoria se ajusta desde la comunicación con el Otro, como lo expresa Halbwachs (2004). De acuerdo con eso, se empieza desde la experiencia y el hecho recordado, como eventos que reconstruye la identidad, reafirman el pasado y lo proveen de proyectos. En este horizonte, se plantea esta investigación académica, donde la memoria social se fundamenta en las narraciones orales de los ciudadanos, de los medios de información y las investigaciones históricas. Este artículo es, pues, un recorrido por la memoria social del ciudadano, incidente en la reconstrucción de una ciudad, a partir de las propuestas de los ciudadanos. Así que el reto empieza por la siguiente:

Pregunta de investigación

En esta investigación, se tiene como objetivo responder la siguiente pregunta: ¿Cómo construir una ciudad para los ciudadanos desde sus memorias sociales, en tiempos de pandemia?

Para dar respuesta a este interrogante se explora la memoria de los ciudadanos y sus propuestas urbanas. De igual forma, se recoge la gestión social de la institucionalidad y las experiencias de los ciudadanos por los lugares y, en particular, en un tiempo de pandemia, que provoca otras maneras de vivir e interactuar.

Diseño metodológico

Desde la perspectiva de Paul Ricoeur (2010) y Marc Augé (1998), citados en Kuri Pineda (٢٠١٧), la memoria “no es el pasado, sino una (re)presentación del pasado, una huella, un signo o un indicio de lo acontecido” (p.14); mientras que, la memoria de los lugares, según Ricoeur (2010) está garantizada por actos tan importantes como orientarse, desplazarse y vivir en ellos (Kuri Pineda, 2017).

Para llegar a reconstruir estas apreciaciones y orientarla hacia las maneras de ver y sentir la ciudad de Neiva, se propone la etnografía de archivos; con ello, se busca encontrar en documentos escritos y oficiales, como periodísticos, cómo la memoria oral cobra vida. Como dice Crespo y Tozzini (2011), estos archivos se convierten en motor para la acción. Entre tanto, el trabajo etnográfico no solo es descriptivo, sino que también adquiere su dimensión narrativa, tanto en la exposición textual del antropólogo como en el tipo de datos recolectados sobre el terreno (Gil, 2010).

La descripción de cada relato se enfoca en el contenido de lo expresado, la experiencia del acontecimiento, la reacción a los eventos y, por supuesto, la perspectiva de ciudad, con el reconocimiento y la relación social de los espacios. Según Denis y Gutiérrez, citado por Bernal (٢٠١٠), “la investigación etnográfica se utiliza para presentar una imagen de la vida, del quehacer, de las acciones, de la cultura de grupos en escenarios específicos y contextualizados” (p. ٦٤).

Asimismo, de acuerdo con Bisquerra Alzina, citado en Schettini y Cortazzo (2015), la etnografía se interesa por lo que la gente hace, cómo se comporta, cómo interactúa, cuáles son sus propuestas y qué percepciones obtienen de su entorno, además de interesarse por cómo viven sus experiencias en los espacios sociales. Por consiguiente, la etnografía recoge la expresión cultural, las reflexiones personales y las propuestas de transformación social.

El objetivo que orienta este artículo –que también incluye una exploración documental por la historia de la ciudad– es reconstruir memoria social desde las experiencias de los ciudadanos, con el fin de consolidar un proyecto de ciudad propositiva y dialogante, después de la pandemia. Por ende, por un lado, se han ubicado tres fuentes de inspiración sobre la memoria social; por otro lado, los archivos históricos, la memoria oral y los documentos periodísticos de la época de pandemia. En esta memoria se recogen las tradiciones, los asuntos económicos y las transformaciones desde la perspectiva ciudadana. 

Resultados de la investigación

La cotidianidad y la pandemia 

La población de esta región ha sido considerada como apacible, gente que goza de fiestas; a sus jóvenes, particularmente, se les ha visto aguerridos en tiempos de protestas sociales; adicionalmente, la ciudad se mueve en la dinámica comercial y es punto de encuentro para desarrollar turismo regional. 

Entre tanto, la pandemia cerró los negocios comerciales y las restricciones para las actividades de ocio que se realizaban, entre ellas, disfrutar de los juegos de mesas entre vecinos, pasear los centros comerciales y desarrollar los eventos sociales. Al principio del año se logró reducir en un 21 % el desempleo y una reducción del 76.3 % de los empleos perdidos, según aseguró el alcalde del municipio (El Tiempo, 2021).  

      

A finales del año del 2020, Neiva se había destacado como la primera ciudad con el mayor desempleo en Colombia. Las restricciones del comercio local (bebidas, restaurantes y eventos) se hicieron para controlar el crecimiento del virus y cumplir con las medidas del distanciamiento social. Por consiguiente, muchos de estos lugares acabaron cerrando su negocio y los que se quedaron, como algunos bares, se declararon en quiebra y se expresaron con la bandera roja. 

Lo anterior, pese a que la administración municipal creo la “Patrulla covid” para minimizar el riesgo de contagios del virus, además de reducir la accidentalidad y brindar mejores garantías en temas de seguridad; pero, las acciones del gobierno han sido de restricciones y sanciones. 

Durante la pandemia también se cerraron las empresas culturales que vivían de ingresos económicos, producto del Festival Folclórico del Bambuco, que se realiza en junio (Arenas, 2021). El que no cerró fue el evento folclórico, que se difundió por redes sociales, a través de la transmisión de actividades. Por su parte, el sector educativo desarrolló actividades en las plataformas digitales. 

La Radio Nacional de Colombia (٢٠٢٠) informó que en la ciudad de Neiva se priorizaba el desarrollo de los proyectos del Parque Jardín Botánico, los sistemas rurales de acueducto y una universidad popular. De igual forma, se ha propuesto brindar alternativas comerciales al ٥٣.٣ ٪ de personas que viven de la informalidad (Vicepresidencia de la República, ٢٠٢١); entre estas alternativas, se presenta el laboratorio social para la inclusión productiva por parte de la alcaldía de la ciudad.

 

En Neiva, durante el 2019 y de acuerdo con el Dane, el 33,8 % de los habitantes se encontraba en condición de pobreza monetaria. Ya en el 2020, el porcentaje subió al 48 % y fue superior al que se registró en el promedio nacional (Manchola, 2021). Adicionalmente, las ventas se redujeron entre un 20 y un 40 %, según lo manifestado por los comerciantes del centro histórico. Por supuesto, los servicios de restaurantes y eventos se cancelaron y estas situaciones generaron una disminución de la compra de ropa y accesorios. Hay que señalar, a su vez, que los negocios desconocían la importancia de la digitalización del mercado. Como excepción, el negocio de bicicletas tuvo una importancia en tiempos de pandemia, incrementando el auge del ciclismo en los ciudadanos. 

       

Reconstruir la ciudad, hechos históricos        

En 1905, Neiva ya tenía lugares destacados como El Cantarranas, Santa Bárbara, San Pedro, Mártires y La Toma (Rivera, 1996, citado en Osorio, 2012). Años después, en 1916, y según Martha Isabel Barrero (2013), la ciudad carecía de edificios públicos propios y el interés de la administración municipal era mejorar las condiciones de la burocracia municipal. Asimismo, de acuerdo con Ananías Osorio (2012), la ciudad contaba con:

Varios médicos y cirujanos, boticarios, dentistas, fotógrafos, mecánicos, ingenieros, músicos pirotécnicos, veterinarios, picadores, albañiles, etc. Anexas a la planta eléctrica tiene una piladora [sic] de café en pergamino, que despacha cincuenta cargas diarias; y una de arroz. Existen dos fábricas de aguas gaseosas, fundadas en 1913 por el doctor Arcesio Valenzuela, las cuales pertenecen hoy día a la compañía Rojas y Perdomo, una de hielo en 1914 y varias de helados… Encuéntrese varios talleres de platería, herrería, hojalatería, carpintería, sastrería, zapatería, talabartería, etc. (p. 189)

En las primeras décadas del siglo xx se inauguró el cinematógrafo público; de hecho, los ciudadanos contaron con hipódromo, con corrida de toros en la plaza de San Pedro, con la realización de obras públicas como la Biblioteca de la Escuela Normal y el Palacio de las comunicaciones, conocido como Edificio Nacional (Saavedra, 2013). 

Por su parte, en la segunda década del siglo xx se realizan las operaciones de transporte con hidroaviones y, después de esta década, la aviación comercial se moderniza y los principales centros comerciales del país adecuan su infraestructura aeroportuaria. Ya en 1932 y con motivo del conflicto con Perú se adecuó el mangón de la hacienda “La Manguita”, luego llamado Benito Salas Vargas, que fue inaugurado en 1923 en honor a un militar de la independencia (Osorio, 1996).

Pero el tren de la alegría llegaba con las reinas. Años más tarde, había que hacer el acompañamiento del festival desde el aeropuerto. El festival del San Pedro reunía a familia y vecinos; había comunión, participación, compartir y mucha gestión, desde la construcción de los bazares para recoger fondos a la reina del barrio. No obstante, llegaron los cambios y, con ellos, la cultura se convierte en una industria específica con unos estándares comerciales y de refinación. Por consiguiente, el baile adquirió nuevos pasos. 

Ilde Salazar y sus vecinos, oriundos de esta ciudad, añoran esos tiempos de compartir de los tablados populares, la espera de las candidatas nacionales, de los desfiles y los sones que marcaban la tradición. Actualmente, se ha perdido el interés, porque los eventos ahora tienen unos costos, exclusivos solo para unos pocos.

Neiva es un territorio circundado por los ríos Magdalena, Las Ceibas, del Oro, quebrada la Toma y, también, unos reservorios de agua, que últimamente han sido motivo de disputa, entre quienes promueven la conservación y aquellos que están a favor de la explotación comercial del territorio. Entre tanto, por el río Magdalena, llegaron los inventos propios del hidroavión y el automóvil (que ingresó por champan): “en el año de 1856 existía un puerto en las orillas del río Magdalena que constaba de dos bodegas, allí se recibían mercancías provenientes del interior y del exterior y, a su vez, se despachaban cargamentos de origen huilense” (Martínez y Martínez, 1996, p. 61).

Luego, Neiva organizó un nuevo lugar para el regocijo, el encuentro y el entretenimiento; es así que aparece la estación férrea como polo de atracción. Casi cinco décadas el servicio del ferrocarril abrió la posibilidad de mostrar la ciudad a nivel nacional, a través del comercio y el folclor. Una de las experiencias de los muchachos era subirse en la parte trasera de los trenes y llegar al río Fortalecillas (corregimiento de Neiva), hoy a punto de desaparecer. Es de anotar que, para las épocas de las vías férreas, la empresa Ferrocarriles de Colombia abrió la posibilidad de empleo para muchos residentes y vecindarios de la ciudad. Además, entre ese grupo de obreros se encontraba los bavarios, que trabajan en la cervecería. 

 El sistema de transporte, entre otras cosas, daba vida a La Plaza de mercado, que era parte del espacio público sublime; fuente y símbolo de poder público legitimado como centro cultural de la ciudad. Al respecto, Leo Cabrera Guzmán (2012) señala que:

     Hasta mediados de la primera década del siglo XX, la plaza principal de Neiva fue sede del mercado semanal y de las ventas de ganado, función que cumplieron después la llamada Plaza Chiquita, localizada en el espacio de la actualmente llamada Plaza Cívica o de Los Libertadores […] (p. ١٧٠)

Actualmente, estos lugares se vuelven solitarios, sólo para transitar y escuchar las voces de los que, en su mayor parte, habitan el centro de la ciudad, a saber, los vendedores informales. Los espacios de mercado se convierten en espacios de encuentro de los habitantes, comerciantes y forasteros.  

Las plazas eran el lugar por excelencia para ejercicios pedagógicos de los citadinos y, también, se consolidaron en ellas los negocios de familia que ayudaron para brindar educación universitaria a los hijos de comerciantes. En una de las entrevistas de Gaspar al taxista Reinaldo Rangel, este menciona que:

     

Cuando tenía cinco años de edad le ayudaba a mi mamá a llevarle los Bizcochuelos hasta la galería o plaza de mercado, en el centro de la ciudad; esa era mi felicidad, de llevar un canasto de aquí para allá. Recuerdo también que disfrutaba del tren como nadie, no dormía de la emoción cuando había que madrugar para montar en ese medio de transporte para salir de la ciudad, era un viaje más que soñado. En mi niñez todo lo que había en la ciudad era causa de espectáculo, que el sonido del tren, luego del avión, o tan sólo el ruido de la televisión. Luego aparecieron las fiestas de san pedro de ese tiempo, que eran muy buenas porque eran más comunitarias y en casa había mucho amor entre los míos, allá en el barrio Quebraditas. Existían en ese entonces aproximadamente 25 barrios. Mi Neiva antigua era de ríos, la gente los aprovechaba para bañarse y para lavar, nosotros nos echábamos la volada para ver las muchachas lavanderas en las ceibas; recuerdo que mi padre fue un gran pescador. (Gaspar, 2017)

Paralelamente, Leo Cabrera (٢٠١٢) recuerda que el ٣١ de diciembre de ١٩٩٧, en razón de la crisis de espacio público que generaba, se inició el proceso de la demolición de la Galería Central y, posteriormente, del Pasaje Camacho, para trasladar puestos de aparcería, graneros, carnicerías, expendios de panadería en canastos, café, jugos, ropa de tendal, viveros de plantas ornamentales y flores, a las nuevas instalaciones de Surabastos y Mercaneiva al sur de la ciudad.

De acuerdo con Fernando Antonio Torres, citado por Cabrera (٢٠١٢), el inolvidable Pasaje Camacho fue el emporio de la culinaria típica del Huila y, probablemente, el gran centro comercial. El desalojo de los comerciantes de este lugar fue en detrimento de la calidad de vida del patrimonio familiar. Este momento es retratado por Leo Cabrera de la siguiente manera:

Por [sic] las autoridades, con gases lacrimógenos, aparte de una alteración de orden público, representó la desaparición de un patrimonio todavía lamentado por la pérdida de los expendios, que surtían de prendas baratas a la clase popular y secretos culinarios tradicionales de familias que no pudieron reabrir sus negocios, muchos de ellos de prestigio consolidado. (p.176)

A partir de entonces, Neiva se urbanizó desde varios enfoques. Uno, desde la legalidad por proyectos de construcción urbana, como las Granjas o Santa Inés; dos, desde las invasiones. El oriente fue poblado por campesinos que querían tener “una rancha” para vivir; por eso invadieron esta zona llamada las Palmas. Cabe resaltar que los nombres de los barrios se alinean como un acto de reconocimiento de los líderes de la región (Alberto Galindo, y Arismendi Mora), o tal vez como forma de agradecimiento para aquellas personas que gestionaron la construcción de barrios como Falla Bernal o de nombres de políticos nacionales (Luis Carlos Galán, Gaitán, etc.).

Las actividades de fútbol, igualmente, hacen parte de la memoria colectiva de los ciudadanos. La construcción del estadio y los encuentros deportivos generaron oportunidades laborales para muchas familias, pero, cuando se prohibió disfrutar del estadio, se afectó la entretención dominical de la ciudad.  

Luego, el desarrollo económico de la ciudad se sostiene desde el espacio comercial y, desde ahí, se construyen muchos proyectos de vida y se reconstruyen formas de tipo familiar para sobrevivir. Por ejemplo, la señora Nelly Flórez montó un negocio de tamales con su familia; después de que don Gustavo no pudiera seguir trabajando en la empresa Cootranshuila, por incapacidad en su columna. De otro lado, Julio y Milena fueron despedidos por recorte de personal; lo cual les impulsó a montar el servicio de lavadoras a domicilio. El señor Gentil León, fotógrafo de oficio del parque Santander, se las ingenió para brindar sus servicios en eventos privados. 

En ese orden, Leopoldo Rodríguez es un trabajador informal de ٤٩ años de edad, que vive de vender refrescos en los semáforos de la ciudad. Hace ١٥ años decidió venirse del Caquetá por la falta de empleo y en busca de oportunidades para su familia. La señora Elsy Perdomo, con 69 años, trabajó en el restaurante “El Botecito”, cerca de la electrificadora del Huila y, años después, tuvo restaurante en la galería Central; a su vez, trabajó en el restaurante el Dorado, donde hoy queda el restaurante de clase alta de la ciudad, el Avenida.  

Mónica Andrea, una mujer aguerrida y luchadora, oriunda del municipio de Íquira (Huila), salió de este lugar en busca de oportunidades, ya que muchos jóvenes de la zona fueron fuertemente marcados por el conflicto armado. Llegó a Neiva y montó su taller de confecciones. Nelson Mauricio, nacido en Guadalupe (Huila) y, después, la familia se mudó con él; todos en busca de lograr independencia comercial. Ahora, Nelson es el dueño de Inversiones Proin, una de las grandes ferreterías de la ciudad

Los proyectos de ciudad moderna

El afán de modernizar la ciudad y sentenciar la tradición en el cajón de lo obsoleto, visto en la suciedad y el desorden, abrió las puertas de renovar los espacios físicos, de manera que surgen los nuevos centros comerciales; grandes superficies, que ubican en un solo lugar: el ocio, el comercio y el compartir familiar de fin de semana.  

Estas superficies comerciales como el Éxito, Carrefour, la megaferretería Home Center, entre otras, generaron oportunidades laborales formales con empresas de índole nacional e internacional y provocaron impactos negativos en la economía de productos agrícolas de origen campesino. Entre tanto, la llegada de los centros comerciales, cambio la cotidianidad de la ciudad; al respecto, Carlos Andrés (2020) considera que en el Centro Comercial se encuentra de todo, desde una santa misa, hasta las diferentes marcas de reconocimiento nacional. 

Cuando se organizó el centro de la ciudad y se ubicó la venta de víveres en la salida para el sur, dicha ubicación generó descontento popular. Una de las quejas de los comerciantes de la zona de Mercaneiva y Sur Abastos se debió a que esta ubicación comercial está retirada del perímetro urbanizado y la asistencia de compradores no es la esperada; por eso, solicitan a la administración local que desarrollen incentivos para que la ciudadanía realice las compras en este lugar. Aunque son los tenderos los que se abastecen en este lugar.  

Desde luego, cada habitante trae consigo unas experiencias de vida que recogen luchas de sobrevivencia en la ciudad y hacen parte de los proyectos culturales de la región, por consiguiente, es importante revisar el interés del ciudadano por su territorio, sopesar su identidad territorial y gestionar sus propuestas ciudadanas para el desarrollo socio económico: por ejemplo, para la señora María Antonia (2020), la ciudad debe contar con una política pública para poder mostrarse como ciudad capital, por eso, son necesarios, entre otros aspectos, los encuentros masivos de música y de teatros. 

               

Discusión

El profesor William Fernando Torres considera que los niños y jóvenes sólo tienen memorias de anécdotas; es característico en ambas edades que el tiempo se pierda en las fechas exactas y se organizan en los reflejos personales. Entonces, surgen interrogantes como: ¿Cómo construir ciudad desde la memoria?, ¿ de qué manera se pueden encontrar los ciudadanos para reconstruir sus memorias sociales y superar las problemáticas que ha provocado la pandemia? El primer interrogante se puede responder desde las experiencias personales por la ciudad, donde se descubren las transformaciones urbanísticas, sociales y culturales, como lo constata el paso de la plaza de mercado a las mega construcciones de los centros comerciales, o los cambios propios de las celebraciones de las fiestas populares.

Neiva se construyó como lugar de paso y de descanso; luego se preocupó por aumentar el número de católicos de la ciudad y tocó traer familias indígenas. Después, campesinos y comerciantes llegaron a la ciudad en busca de oportunidades. Por supuesto, empresas oficiales instaladas en esta comarca gestaron el crecimiento de la población; también tuvieron su parte las fiestas, el sistema de transportes y el desplazamiento forzado, con ocasión del conflicto armado. Se considera que Neiva ha sido un lugar de paso, ciudad comercial, refugio familiar y, según los relatos recogidos, un escenario para llevar a cabo proyectos de vida personal-comercial.

Las experiencias personales reconstruyen la memoria sobre cómo se ha vivido en la ciudad, y allí están las luchas por conseguir un espacio familiar en el territorio, con la esperanza de encontrar seguridad y tranquilidad, o de hallar un trabajo o una forma de subsistencia. En esa lucha por conseguir la vivienda, se encuentran los recuerdos para pagar la casa y, en otros casos, las luchas que se dieron en la invasión. En esto último, se ubica el liderazgo popular; no obstante, esto ha cambiado, pues el trabajo colectivo de la ciudadanía se ha debilitado por el padrinazgo político. 

La memoria social de la ciudad de Neiva está llena de los relatos de vida que para unos han sido tragedia; para otros, anécdotas de alegrías, de luchas y de miedo. Sin embargo, en los relatos encontrados, muchas familias, que habitan la ciudad, han llegado con sus tragedias de violencias y con las esperanzas de encontrar oportunidades. Entre tanto, la memoria colectiva se sustenta en tres hechos que han marcado la historia cultural y que reconstruyen un sujeto que goza de sus desgracias: primero, el engaño del supuesto embajador de la India en la década de ١٩٦٠; segundo, los borrachos que generaron pánico social con su comentario de que la represa de Betania se había dañado (década ١٩٨٠); el paisa que llegó con el juego de espejos en el que se veía como un ser extraño, mitad araña y mitad hombre (primera década del ٢٠٠٠). De igual manera, la memoria social se ha sustentado en la experiencia de compartir miedos, por ejemplo, la creciente inseguridad o los atentados terroristas vividos, como ocurre con las comunidades periféricas, que viven cerca a los riachuelos y sienten miedo de las avalanchas que, históricamente, han caracterizado a la ciudad.

Antes de dar respuesta a la pregunta ¿de qué manera se pueden encontrar los ciudadanos para reconstruir sus memorias sociales y superar las problemáticas que ha provocado la pandemia?, el profesor y economista, Carlos Eduardo Amézquita, propone seis (6) contingencias que convienen mencionar: 1.la gestión ciudadana e institucional de las alcaldías; 2. El comportamiento funcional de las organizaciones empresariales; 3. La política pública de la seguridad alimentaria: 4. El flagelo de la violencia intrafamiliar; 5. La tenaz pandemia; y 6. La globalización (Amézquita, 2020). 

En estas contingencias, es necesario reconocer a la ciudadanía para hacer las transformaciones sociales, pues es desde la memoria social que se reconstruye la ciudad, creando o fortaleciendo con pedagogía, comunicación y gestión institucional: los espacios y los procesos comunitarios surgen y la reflexión social y las acciones aparecen para enfrentar cualquier necesidad o conflicto. 

En este sentido, los temas cruciales sobre la ciudad para el debate en estos espacios sociales pueden ser: 1. El derecho a la vida y el suelo, una dicotomía de la que surgen los conflictos ambientales entre constructoras, comunidades y organizaciones ambientales; 2. La mujer y los niños para a fortalecer su participación y sus derechos, y, de este modo, generar conciencia sobre el reconocimiento y el respeto hacia el otro, es decir, organizar una política pública institucional, orientada a velar por la vida y el bienestar de los ciudadanos.

Esta pedagogía y comunicación se deben organizar en familia, desde donde se deben construir valores para trabajar el conflicto y proponer el diálogo como alternativa de la no violencia. Es allí donde las memorias personales sobre las violencias deben estabilizar la vida emocional y consolidar la no repetición de las agresiones; además, reconocer la importancia de la vida en el contexto de la interacción ser humano-naturaleza. 

Conclusiones

El objetivo de consolidar un proyecto de ciudad propositiva y dialogante después de una pandemia para superar sus conflictos y necesidades, es encontrar la gestión ciudadana en la memoria oral, en las experiencias sociales y descubrir los hechos históricos que legitimaron la lucha social. Ahí está la ruta para hacer las propuestas y llevarlas a cabo. Se debe retomar el trabajo colectivo de la construcción del barrio, las organizaciones de los bazares para recoger fondos de ayuda social o cultural, el amor por la ciudad: aferrado a ese agradecimiento por las oportunidades brindadas en ese territorio, tanto de empleo como de educación. El primer paso para mejorar la calidad de vida de los neivanos surge desde las propuestas sociales y proyectos empresariales emprendidos, en el marco del diálogo institucional.  De igual forma, la ciudad –desde los escenarios construidos y los hitos históricos o simbólicos consolidados– tiene con qué fortalecer las identidades culturales, permitir las muestras folclóricas o eventos artísticos y desarrollar la apuesta turística, que tanto le hace falta; todo desde una pedagogía por conservar la vida y la participación.

Referencias

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Cómo citar: Gaspar-Sálazar L. (2021) Memorias de una ciudad para los
ciudadanos, reconstrucción después de una pandemia. IGNIS (15),
, 8-19.

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